¡Hola, trasnochadores!
Hoy me gustaría compartir con vosotros un relato que escribí para un reto donde la protagonista tenía que ser la lluvia, muy acorde con la estación actual: el otoño. Fue muy estimulante y espero que os guste tanto como a mi escribirlo.Miré de reojo el reloj
minimalista del estudio. No me quedaba tiempo para hacer ningún retoque, así
que sin darle más vueltas cogí el lienzo y me puse en camino. No las tenía
todas conmigo, pero sabía que si no presentaba nada sí que sería imposible
ganar.
Agarré mi vieja bicicleta ya algo
oxidada y que comenzaba a quedarme pequeña, pero que para esa ocasión serviría.
Metí el cuadro en la cesta y empecé a pedalear, sintiendo el aire cálido en mi
piel. Quien me iba a decir que, con aquel tiempo, se iniciaría una lluvia que
pronto se convertiría en una verdadera tormenta. No tenía nada con lo que tapar
la pintura, así que recé para que no se estropease tanto como para arruinar el
que podía ser mi primer trofeo como artista.
se habían acumulado en mis gafas de pasta, que trataba de quitar con los dedos. Sentía el manillar húmedo, y con tanta agua la bicicleta cada vez resultaba más inestable y difícil de manejar. El olor a tierra mojada me recordó a mi obra, ambientada en un bosque verde y húmedo. No podía llegar tarde, así que seguí pedaleando en vez de bajarme para continuar a pie. Hasta que mi prisa me hizo caer, y conmigo el cuadro. Grité frustrada.
— — ¡Maldita lluvia! —exclamé— Ni una gota en todo el verano y ahora…
Me arrastré hasta la pintura,
llorando, sin importarme los pitidos de los coches que tenía alrededor. ¿Por
qué nadie me ayudaba? Me acababa de caer… Abracé mi obra justo cuando alguien me
llamó.
— — ¡Eh! —sollocé aún más cuando distinguí a mi amiga Alicia, que se estaba bajando de un reluciente coche negro, paraguas en mano.
Seguramente se dirigía a la
entrega de premios, se lo había recordado un montón de veces esa última semana.
Avancé hacia ella entre el aguacero, con el lienzo aún pegado al pecho.
— — Mi bicicleta… —murmuré.
— — Luego la recogemos, o te compras otra con el dinero que consigas cuando ganes —sonrió confiada mientras ponía el coche en marcha.
Observé como el limpiaparabrisas
se movía de un lado a otro, quitando el agua que se acumulaba. Me centré en eso
porque no quería mirar lo que había pasado con el cuadro, me daba un miedo
atroz. Seguro que se había destrozado. Reprimí las lágrimas que amenazaban con
volver a salir.
Cuando llegamos a la galería,
estaba empapada. Corrí al baño seguida de mi amiga antes de que alguien me
viese.
— — Venga —me animó Alicia —. Míralo, seguro que no es para tanto.
Separé la pintura poco a poco del pecho. La deposité sobre el lavabo y ambas la observamos asombradas. La lluvia había modificado el cuadro, que ahora tenía un toque abstracto. El bosque había tomado una forma curva que lo dotaba de vida propia. Transmitía una mezcla entre misterio y terror. Entonces lo entendí, eso era lo que le faltaba antes a la obra, que dijese algo.
Si habéis llegado hasta aquí, mil gracias por leerlo.
¡Un abrazo, trasnochadores!
Me ha enganchado y creo que de este relato corto se hace mas que corto. Sigue escribiendo. No lo dejes nunca.
ResponderEliminarIsabel PL
Jo, muchísimas gracias! Seguiré siempre. Sabes que tu apoyo es muy importante para mí, por no decir el que más.
EliminarSigue sigue y sigue.....eres una gran escritora....Yolanda D.
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